Entre todas las obras memorables que realizó nuestro Salvador en este mundo, una de las más dignas de perpetua recordación es aquella cena con sus discípulos. En la cual se resalta la maravillosa suavidad y dulzura de Cristo; en haberse sentado a una mesa con aquellos pobres pescadores, y juntamente con el traidor que lo había de vender, y comer con ellos en un mismo plato.
Resplandece también la humildad, cuando el Rey de la gloria se levantó de la mesa, y ceñido con un lienzo a manera de siervo, echó agua en un baño, y postrado en tierra, comenzó a lavar los pies de los discípulos, sin excluir de ellos al mismo Judas que lo había vendido. Y resplandece sobre todo esto una inmensa magnificencia del Señor, cuando a aquellos primeros sacerdotes, y en aquellos a toda la Iglesia, dio su sagradísimo cuerpo en manjar, y su sangre en bebida: para que lo que había de ser el día siguiente sacrificio y precio inestimable del mundo, fuese nuestro mantenimiento, y también nuestro sacrificio cotidiano.
Compartimos con ustedes la celebración y conmemoración de este momento realizado en nuestra parroquia que estuvo conformada por la representación teatral de la última cena y el lavatorio de los pies por parte de nuestro sacerdote y fieles. Recordamos la institución de la eucaristía y del sacerdocio, recordemos que cristo estará presente siempre en la eucaristía y oremos para que cada día halla más vocación en los jóvenes para el sacerdocio.